Impuesto a los ingresos brutos: el colesterol que obstruye las arterias del crédito

Impuesto a los ingresos brutos: el colesterol que obstruye las arterias del crédito

El colesterol alto es dañino y constituye la principal causa de las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, no presenta síntomas clínicos, por lo que las personas no se dan cuenta que lo padecen. El colesterol en exceso va progresivamente obstruyendo arterias y dificultando el flujo de sangre. El colesterol hace ineficiente al sistema circulatorio y resulta más costoso, en términos de esfuerzo, que la sangre llegue a todos los lugares que debe irrigar. Altos niveles de colesterol tienen correlación con desequilibrios en la dieta, exceso de consumo de alimentos y falta de disciplina a la hora de realizar actividad física.

Los impuestos a los ingresos brutos (IIBB) sobre la actividad crediticia tienen gran similitud con el colesterol alto: son dañinos y no presentan síntomas; perjudica a los tomadores de créditos, pero ellos no lo notan (los IIBB encarecen las tasas que deben pagar personas y empresas, pero no aparece discriminado, es invisible). Como el colesterol, los IIBB excesivos dificultan el flujo de financiaciones y torna ineficiente y costoso el sistema crediticio argentino. Tanto las causas del alto colesterol y como las de altos IIBB se relacionan con desequilibrios, exceso de consumo (gasto público) y falta de disciplina (fiscal).

Impuesto sobre los Ingresos Brutos (IIBB) en Argentina

Existe amplio consenso de que IIBB sobre la actividad financiera es un impuesto altamente distorsivo, tiene efecto cascada, encarece los préstamos y atenta contra el aumento de la bancarización y la inclusión financiera.

Sin embargo, todas las jurisdicciones cobran IIBB y muy pocas tienen tasas razonables. Al ser un “mal impuesto”, debería tender a bajar, eliminarse o, ser reemplazado por algún otro impuesto, menos distorsivo y menos costoso. Pero, por el contrario, las provincias y CABA recurren a aumentos de IIBB al sistema financiero, y también a otras actividades, cada vez que requieren incrementar su recaudación. Hoy es el impuesto más gravitante en la actividad económica de nuestro país. Las empresas sólo ven los IIBB que ellas le pagan al fisco, pero no tiene discriminado el IIBB que le trasladan sus proveedores por lo que pagan “aguas arriba”.

En 2019, los impuestos sobre IIBB presentaban niveles alarmantemente altos. No obstante, entre enero del 2019 y enero del 2021, once  jurisdicciones han incrementado aún más el peso de los IIBB en el sistema financiero, ya sea incrementando directamente la alícuota o cambiando la metodología de cálculo de este impuesto (pasando de gravar el spread bancario a gravar directamente sobre la tasa de interés). Cuando comenzó a aplicarse IIBB a la actividad financiera, las jurisdicciones lo cobraban sobre el “spread”, esto es sobre la tasa de préstamos menos la tasa de depósitos; actualmente la mayoría de los depósitos grava directamente la tasa de interés de los créditos, lo significa un gran incremento del impuesto efectivo.

La tendencia es clara: la presión impositiva por parte del impuesto sobre los IIBB cada vez es mayor. Cada vez hay mayores niveles de “colesterol” en el sistema crediticio. Los impuestos sobre los IIBB que se aplican al sistema financiero, en la mayoría de los casos, más que duplica el de otras actividades, siendo el promedio del país de 8%. Cuanto mayor sean las alícuotas de IIBB sobre actividad crediticia, menor será el volumen de créditos y mayor su costo. Es paradójico que el crédito, uno de los motores del crecimiento económico, sea la actividad más gravada por este impuesto.

Para tener una idea de la incidencia del impacto de IIBB sobre el precio de la financiación en Argentina se puede analizar, por ejemplo, el costo del crédito para las Pymes: Si una entidad financiera cobra una tasa de interés del 30% TNA, 2,4 puntos porcentuales (p.p.) de esos 30 p.p. corresponden a IIBB. En otras palabras, sin el impuesto sobre los IIBB, ese mismo crédito podría tener una tasa del 27,6% TNA. Este análisis muestra cuánto encarece este tributo al crédito de las empresas y, por consiguiente, eleva el “costo argentino” de producción, restándole competitividad al país. Análoga situación se da con los préstamos al consumo sobre las familias.

Al respecto Javier Bolzico, presidente de ADEBA, expresó: “La actual carga impositiva por IIBB sobre las financiaciones bancarias es incompatible con el desarrollo del crédito bancario a tasas bajas”. “Para que el crédito sea uno de los motores de la recuperación económica, es necesario que bajen las alícuotas de IIBB en el país. De lo contrario la recuperación económica será más lenta de lo que podría ser” agregó Bolzico. 

Para fijar una hoja de ruta ambiciosa para la reducción de IIBB, se requiere un acuerdo coordinado entre la Nación, las Provincias y CABA, ya que resulta difícil para cada jurisdicción hacerlo en forma individual. De lo contrario, el aumento de un tributo tan “anti-crédito” como IIBB será otra de las consecuencias negativas que nos habrá dejado la Pandemia.

Al igual que al colesterol, a IIBB conviene mantenerlo en niveles bajos; no hacerlo tiene consecuencias.